Family Guy y Los Simpsons, la evolución dentro de la animación para adultos

(…) En esta sección vienen a cuento otras dos imágenes espaciales que, a mi entender, representan simbólicamente sendas maneras de entender la cultura pop tal y como actualmente es producida, reconsiderada y acaso superada. Las dos provienen de un género que está en el centro mismo de esa cultura: la animación. La premisa con que propongo leerlos es la siguiente: si, como señaló Mike Kelley, «Disney es la cultura oficial», entonces merecen atención prioritaria aquellas obras que, partiendo de Disney y de su idea de los dibujos animados, propongan una variación notoria sobre sus principios.
(…)
El segundo ejemplo proviene de otro género derivado: el dibujo animado para adultos. Se trata de la serie de Seth MacFarlane Padre de Familia (Family Guy), y en particular de un capítulo que lleva por título «Family Games», y que es conocido entre los seguidores como la mayor incursión de la serie en la ultraviolencia. El episodio empieza con la retransmisión deportiva de un combate de boxeo entre la periodista octogenaria y conservadora Carol Channing y Mike Tyson. Uno de los protagonistas, el bebé sádico Stewie, organiza una apuesta; Brian, el perro sabio de la familia, apuesta 50 dólares a Tyson. Contra todo pronóstico, Channing consigue noquear al boxeador. A partir de ese momento la casa misma de la familia Griffin se convierte en un espacio de ultraviolencia pop: Stewie empieza a perseguir a Brian para que pague la apuesta y le propina dos monumentales palizas: la primera, al estilo mafioso; la segunda, con revólver y lanzallamas. Después de esa situación el espacio ultraviolento se extiende fuera de la casa mientras esperamos a que Brian consume su venganza -que se realiza en el último plano, lanzando a Stewie en el camino de un autobús.Estos dos espacios me parecen representativos de una reconsideración sobre el imaginario pop propiamente dicho. No diría sólo que son parodias, pastiches o desconstrucciones del pop. Una parodia es lo que puede verse, por ejemplo, en Los Simpsons, cuya narración también está organizada alrededor de la casa familiar de paletos locales como espacio total por el que pasan distintos iconos y figuras públicos, siempre satirizados. Pero Family Guy es algo distinto: parte de Los Simpson y, en algún aspecto, incluso lo imita, pero respecto a ese modelo introduce demasiadas modificaciones para ser considerada una obra pop generalista, e incluso indie. La referencialidad, que en la serie de Groening ya es abundante, aquí se ha vuelto enciclopédica; hay capítulos que necesitarían de un aparato crítico, o que apenas son comprensibles desde fuera de Estados Unidos; el sentido del humor se combina con un sentido del absurdo a lo Flying Circus que puede llegar a hacerlo hermético. (…)

(Eloy Fernández Porta, Afterpop. La literatura de la implosión mediática (extracto de la introducción Enter: Afterpop y más concretamente del epígrafe «Dos lugares postoon«, páginas 31 a 33))

Lo que acabo de transcribir es un pasaje del excelente y lúcido libro de Eloy Fernández Porta (del que muy probablemente hable en otra ocasión, cuando tenga más tiempo para comentar todo lo que nos ofrece este trabajo). Lo cierto es que soy un gran aficionado a las series de televisión1 (¿baja cultura?) y dentro de la animación (para adultos) sigo Los Simpsons y Family Guy (aunque también de Futurama y Padre made in USA, entre otras).

Desde que vi por primera vez Family Guy (creo recordar que en octubre de 2004) me sentí atraído por esta serie. Ya era fan de la familia Simpson desde hacía años (mi memoria no llega tan lejos, pero al menos he visto la serie desde los 8 años -sí, tal vez no debí haberla visto con esa edad, puesto que aunque sean «dibujos» no son para niños… pero las madres (antes y ahora también) asocian cualquier tipo de animación como algo para niños y ni se plantean filtrar el contenido-) pero Family Guy me rompió todos los esquemas.

Sé que es difícil mantener una serie desde principios de los noventa hasta 2008 (y lo que le queda), sobre todo porque las ideas y situaciones se acaban, tienes unos personajes limitados y una línea argumental: capítulos autoconclusivos (más o menos, ya que hay excepciones, como la muerte de la mujer de Ned Flanders), con unos personajes fijos (aunque en un principio el protagonismo estuviera en manos de Bart, con el paso del tiempo fue Homer el protagonista casi total de la serie) y un humor bastante fijo (guiños a la sociedad americana, a la decadencia de la televisión y situaciones más o menos inverosímiles salpicadas de vez en cuando por «apariciones estelares» de personajes famosos).

Como bien escribió Hernán Casciari:

Matt Groening nos enseñó a ser otra clase de televidente: más exigentes, más necesitados del humor sutil, mejor preparados para la barrabasada y el delirio. No son sus personajes los que decaen, sino nosotros quienes hacemos a un lado una época maravillosa para buscar el recambio y poder crecer —también— como espectadores.

Los estamos dejando con cierta tristeza, es cierto; nos duele reconocer que los nuevos capítulos no nos descolocan el tórax como antes, que no nos maravillan igual las entrelíneas de Lisa. Pero no deberíamos perder de vista, nunca, que los hemos visto nacer, que fuimos contemporáneos de su revolución argumental y que, semana a semana, desde que éramos chicos, el mundo fue un lugar mejor cuando en la tele aparecía un cielo azul salpicado de nubes blancas.

Nunca más reiremos como entonces, con esa carcajada nueva. Pero eso no es culpa de nadie: es que ya no somos inocentes.

Pero Padre de Familia nos lleva a otro terreno, coge Los Simpsons y, partiendo de ellos, los supera. En el caso de la literatura, la mera copia no vale porque no aporta nada a la antigua creación, pero si con la imitación conseguimos lograr algo distinto partiendo del original entonces sí que es válido. Y eso es lo que sucede con Family Guy, si los Simpsons no existieran no existirían Peter y el resto de su familia… pero si los comparamos, la familia Simpson nos parece sosa y anticuada, sus referencias carentes de esa sensibilidad para el humor y el guión poco brillante. A este respecto Casciari escribió en otro artículo:

 

La metáfora de la bicicleta

Una cosa es cierta: conforme Family Guy va asentándose en la pantalla y ganando adeptos, las temporadas más recientes de The Simpsons pierden el favor del público. Mi teoría (escribí sobre ello hace unos meses) es que la velocidad de reflejos del espectador comienza a ser más rápida que los nuevos guionistas de Springfield. El televidente ha comprendido el resorte del humor simpsoniano, ha llegado a ser un experto del absurdo y ahora necesita más.

Una cuestión es muy clara: si la serie The Simpsons no hubiese nacido en 1989, nosotros no podríamos soportar la velocidad de Family Guy. Es más: Seth MacFarlane no sería capaz de cargar su metralleta de humor despiadado, porque no habría un público dispuesto a frenar esas balas. Habría sido un suicidio, y de hecho casi lo fue.

Groening ha sido quien nos compró la primera bicicleta, el que nos enseñó a subir, el que nos descubrió las ventajas del equilibrio sobre las dos ruedas, quien nos limpió las primeras heridas, el que se emocionó con nuestros paseos iniciales en una bici y sin ayuda. Una vez que supimos ser niños ciclistas, nos soltó la mano y nos abandonó, como le corresponde a un padre moderno. Entonces llegó MacFarlane, ese amigo borrachín y simpático; él también nos compró una bici (¡plagio, plagio!), pero al mismo tiempo nos regaló un casco amarillo, unos guantes y unas rodilleras. Después nos llevó a un acantilado y nos empujó al vacío. Gracias al aprendizaje de Matt no nos matamos en el abismo; gracias a Seth comprendimos el placer de la adrenalina.

 

Imagino que la mayoría de los que lean esta entrada conocerán ambas series y podrán opinar al respecto: ¿cuál de las dos series (sinceramente) creéis que es mejor? ¿Por qué?

Yo no creo que cada una ha tenido su tiempo y su lugar, los 90 fueron indudablemente de Los Simpsons y ahora ha llegado el turno a Family Guy (por mucho que los antiguos guionistas se hayan metido de nuevo en la serie y Groening esté más encima de ella -y sobre todo de las películas y las nuevas temporadas de Futurama, y que por otra parte, es el único motivo por el continúa la familia amarilla-).

1: En otra ocasión hablaré sobre las series de televisión, sé que es raro que aún no lo haya hecho, cuando actualmente sigo 5 series semanales y estoy al día en todas las novedades del mundillo, pero… quiero hacerlo «a lo grande», dejadme unos meses.

12. febrero 2008 por José Luis Merino
Categorías: General, Libros, Literatura, Narrativa, Reflexiones, Televisión | Etiquetas: , , , , | 15s comentarios

Comentarios (15)

  1. Pingback: Desde este otro lado » Versátil.es III

  2. Pingback: Desde este otro lado » Series recomendadas I: In Treatment

Deja una respuesta

Los campos obligatorios están marcados con *


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.