Dinero negro
Todo eso está muy bien, señora, pero ahora hablemos de dinero. (Pablo García Casado, Las Afueras, DVD, 2011)
Si sois habituales del Diccionario de la RAE seguro que sabéis que además de hacer búsquedas en el DRAE vigente (Edición 22ª, 2001) también podemos consultar los artículos enmendados, esto es, los artículos que cambian algo en su definición y que se incluirán así en la próxima edición del DRAE (Edición 23ª, 2014). Hay un listado completo de dichos artículos aquí (9984 artículos enmendados) pero resulta mucho más fácil ir a buscar una palabra concreta y pulsar sobre el icono de «artículo enmendado» para observar los cambios.
Hoy vamos a hacer una prueba, vamos a buscar el término ‘dinero‘ en la edición 22ª del DRAE y comprobamos cómo la subacepción ‘dinero negro’ aparece y se define como 1. m. El obtenido ilegalmente / 2. m. El que no se declara a la Hacienda pública.
Y ahora vamos a buscar ese mismo término, ‘dinero‘, en la edición 23ª del DRAE. Sorprendentemente no aparece ya la subacepción de ‘dinero negro’ y esta es sustituida por ‘dinero sucio’ y que se define como 1. m. dinero que no se declara a la Hacienda pública.
El DRAE es un diccionario normativo y no de uso como puede ser el María Moliner, pero lo habitual es registrar el cambio del lenguaje y no suprimir acepciones que se siguen utilizando a día de hoy. ¿Y cuál es el motivo? Parece ser que por ser considerada una «expresión racista» según comenta Màrius Carol en el editorial de la vanguardia del 30 de enero:
El diccionario de la Real Academia ha decidido suprimir el término dinero negro en su edición del 2014, no porque este haya dejado de existir, sino para eliminar una expresión considerada racista. Los académicos han sustituido el vocablo por dinero sucio, seguramente más clarificador. España ha sido en lo que llevamos de siglo unas de las fábricas más activas de dinero sin control de Hacienda. Antes de la crisis, por el boom inmobiliario; durante esta, por la decisión de muchos empresarios, autónomos e incluso parados de escapar a los controles para capear la situación. La última estimación sobre el alcance de la economía sumergida en nuestro país es del profesor Jordi Sardà, cuyo trabajo fue presentado ayer por los técnicos del Ministerio de Hacienda. Según este estudio, alcanzaría el 24,6% del PIB, lo que en euros supone 253.135 millones de dinero más o menos sucio. En análisis de años anteriores, se cifraba en unos 80.000 millones anuales lo que el fisco dejaba de ingresar por impuestos y habría un millón de empleos no contabilizados. Lejos de escandalizarnos con semejante sangría al erario público, escuchamos a menudo que tenemos suerte de su existencia, porque contribuye a rebajar la tensión social. Pero olvidamos que este dinero que la Administración no ingresa fuerza a subir los impuestos al resto de los ciudadanos, obliga a recortar el Estado de bienestar y reduce la capacidad inversora del Gobierno. Por eso es importante que el Ejecutivo incremente su capacidad inspectora para que todo el mundo pague y que la gente no acepte la pregunta «¿Con o sin IVA?» en ningún caso.
Woody Allen ha escrito que arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es dinero. Si emergen el dinero y la economía oculta, saldremos más fácilmente de la crisis. En los países serios sólo se sumergen los submarinos y los buzos.
Resulta curioso que justo en este momento en el que se habla tanto de ‘dinero negro’ en las noticias se decida eliminar o forzar el cambio de dicha expresión (aparecen 35000 resultados en Google News y, aunque no es una fuente total, por aquí estamos muy a favor de utilizarlo como referente) mientras que ‘dinero sucio’ apenas se utiliza (1650 resultados en Google News) se usa la carta de ser una «expresión racista» para modificarlo. Pero parece que ese no es el único cambio y esa va a ser la tónica general del próximo diccionario de la RAE, la de cambiar la sociedad a partir del diccionario, como aquellos que creen que por escribir o repetir en los discursos eso de todos y todas (o mejor aún todas y todos) o bien utilizar la @ o la x están siendo menos sexistas. Al respecto del género no marcado y el sexismo de la lengua española Pedro Álvarez de Miranda escribe lo siguiente en un educativo artículo aparecido en El País:
¿Y por qué es el masculino, en vez del femenino, el género no marcado? Buena pregunta, para cuya compleja respuesta habríamos de remontarnos, en el plano lingüístico, hasta el indoeuropeo, y en el plano antropológico hasta muy arduas consideraciones, en las que no pienso engolfarme, acerca del predominio de los modelos patriarcales o masculinistas. Efectivamente, es más que posible que la condición de género no marcado que tiene el masculino sea trasunto de la prevalencia ancestral de patrones masculinistas. Llámeselos, si se quiere, machistas, y háblese cuanto se quiera de sexismo lingüístico. Séase consciente, sin embargo, de que intentar revertirlo o anularlo es darse de cabezadas contra una pared, porque la cosa, en verdad, no tiene remedio. Rosa Montero lo ha escrito admirablemente: “Es verdad que el lenguaje es sexista, porque la sociedad también lo es”. Lo que resulta ingenuo, además de inútil, es pretender cambiar el lenguaje para ver si así cambia la sociedad. Lo que habrá que cambiar, naturalmente, es la sociedad. Al cambiarla, determinados aspectos del lenguaje también cambiarán (en ese orden); pero, desengañémonos, otros que afectan a la constitución interna del sistema, a su núcleo duro, no cambiarán, porque no pueden hacerlo sin que el sistema deje de funciona
Cuando hace unos meses vi a la ahora ganadora del Oscar a mejor película 12 años de esclavitud me llamó poderosamente la atención el uso del lenguaje en versión original y cómo en inglés diferencian perfectamente entre black y nigger cuando quieren ser ofensivos y cuando únicamente quieren referirse a personas de piel oscura. Tal es así que en EE.UU. esta última palabra es considerada casi tabú y si se quiere hablar de ella utilizan la expresión The N-Word. En español no tenemos dicha distinción (de hecho no sé cómo solucionaron ese problema los traductores y dobladores de la película de McQueen) pero me resulta curioso que en un país donde el rey Baltasar casi siempre aparece en las cabalgatas como un tipo con la cara pintada (ver blackface) y parece que no sucede nada («Si hubiera un concejal negro no habría inconveniente en que hubiera un rey mago negro», dice Ana Botella) se preste tanta atención a lo que aparece o no en el diccionario y que solo recoge los usos de sus hablantes, independientemente del sexismo o el racismo que se pueda inferir de sus palabras.
Así pues, a partir de este año no olvidéis en responder que no al mecánico o al fontanero de turno cuando os diga que esta chapuza os la cobra en negro y miradle fijamente, poneos muy serios y decidle que como mucho lo va a cobrar en sucio, que la RAE (que está por encima de Hacienda y solo por debajo de Dios) ha dicho que ya no se puede cobrar nada en negro. Y a ver con qué cara os mira y qué os contesta el tipo del mono azul, las manos llenas de callos y manchadas de aceite. En sucio te voy a dar a ti, gilipollas.
P.D: Si alguien tiene curiosidad por lo que sale en el CREA (Corpus de Referencia del Español Actual) podemos ver cómo también ‘dinero negro’ gana a ‘dinero sucio‘, aunque esta herramienta resulte a todas luces incompleta.
P.D2: Curiosamente la séptima acepción de ‘negro’ en el avance de la 23ª edición del RAE sí que sigue apareciendo. ¿Coherencia? Por aquí poca.
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