Por qué no me gusta 24symbols
Libros en la nube (y no hablo del fantástico blog de Julieta Lionetti), «streaming» de libros, el «Spotify de los libros» y otras muchas formas son los apelativos que se usan para hablar de 24symbols, la startup madrileña que quiere ser la plataforma definitiva para leer libros en Internet.
Llevo siguiendo el proyecto de 24symbols desde el primer momento y aunque a priori sonaba bien (porque sí, no neguemos que llamar a algo el «spotify de los libros» suena bien) poco a poco la realidad fue bastante diferente y sostener que un proyecto funciona porque uno similar en otro campo lo hace (la música y la literatura no son iguales y hay que estar ciego para no verlo) es bastante ridículo.
Hace dos semanas tuve la oportunidad de estar en la sesión informativa del Gremi d’Editores de Catalunya sobre las plataformas digitales en la que Google (Books), Libranda, 24symbols, Kobo y Telefónica (Movistar eBook) presentaban sus propuestas.
24symbols, el Spotify de los libros
Desde que salió en España Spotify yo fui de los primeros que apostó por usarlo y recomendárselo a todo el mundo, entre otras cosas porque cuando salió el catálogo era muy amplio ya y las limitaciones (publicidad, sobre todo) era casi nulas. Yo sigo prefiriendo tener toda mi música en iTunes, pero entiendo y respeto quien ve la comodidad de Spotify (tanto en su ordenador como en su móvil) y creo que el precio que tienen ahora (10€/mes) es más que adecuado.
Pero 24symbols va de libros y no de música. A día de hoy está en beta, sí, pero el catálogo que tiene se limita a libros libres de derechos (y en otros idiomas), un acuerdo con la Cervantes Virtual y varios libros de autores «desconocidos». Ese es su catálogo. ¿Por qué no esperarse a salir cuando hayan firmado acuerdos con editoriales? ¿Acaso Spotify hubiera triunfado si únicamente tuvieran grabaciones de hace 80 años? Difícilmente.
La música es una actividad que puede realizarse activamente (uno se sienta en su sofá favorito, se sirve una copa y pone aquel disco de The Beatles que le gusta tanto) o pasivamente (escuchar música mientras realizamos otra actividad principal), que es general lo que sucede en la mayoría de los casos. Pero con la literatura, al igual que sucede con el cine o la televisión esto no es así. Necesitamos prestar activamente atención al texto y rara vez será algo pasivo (se me ocurre que la lectura de revistas o periódicos por encima podría serlo, pero en general no lo es). De ahí que la comparación con Spotify y su relativo éxito (sigue siendo un servicio con «pérdidas» -como cualquier startup en sus primeros años de vida-) no pueda ser comparable.
Lectura con publicidad
Vemos películas y series en la televisión con publicidad cada 20 minutos, escuchamos música en la radio con cuñas publicitarias que nos anuncian las ofertas de la semana en Carrefour… pero no leemos novelas mientras al pasar de página nos encontramos con un anuncio. Es cierto que en las revistas y periódicos sucede, al igual que en los cómics americanos, pero no así en la alta literatura. Internet está cambiando un poco esto, ya que nos estamos acostumbrado a leer blogs (algunos de ellos literarios) con publicidad contextual, pero hay numerosos usuarios que ya estamos acostumbrados a bloquear toda la publicidad o leer vía RSS para evitarla en su mayoría.
Así que el modelo freemium en lo que se refiere a eliminar la publicidad de la lectura resulta un tanto extraño, ya que meter publicidad en un primer lugar no resulta natural.
Google eBooks & Amazon Vs. 24Symbols
Desde la salida de Google eBookstore, la lectura «en la nube» ya estaba cubierta y hoy Amazon ha presentado Kindle Cloud Reader, la propuesta de Amazon para la lectura en el navegador de libros, sin necesidad de tener un dispositivo o aplicación Kindle.
¿Realmente hay hueco para algo como 24symbols? Sí, lo que ofrece esta plataforma es ligeramente diferente, ya que tanto Amazon como Google venden (en realidad «alquilan») los libros y únicamente te permiten hacer una preview antes de comprarlos y 24symbols lo que quiere intentar es tener el mismo catálogo que ellos (que no va a ser así) y que cualquiera pueda leerlo «gratis» con publicidad y tener una tarifa plana mensual (9.99€) por la que leer cualquier libro que queramos y que esté en su catálogo.
Ingresos por publicidad
Una de las preguntas incómodas en el encuentro del Gremi fue la que Jaume Balmes hizo a Aitor Grandes, ya que el modelo en el que se basa es el de los ingresos por publicidad y por suscripciones. Se divide equitativamente cada página leída entre el porcentaje correspondiente a las editoriales del total de los ingresos. Algo que a priori parece justo. ¿Pero de qué forma aseguran a las editoriales tener unos ingresos? ¿Dónde van a conseguir a los anunciantes? ¿Y cómo van a tener un nicho de usuarios lo suficientemente grandes como para que a una editorial le compense «regalar» sus ebooks por unos ingresos de un par de euros al mes?
El mayor problema de 24symbols es la falta de un catálogo. Y sin catálogo no van a atraer a usuarios premium. Y sin usuarios premium y sin dinero no van a atraer a editoriales. Con la gran inversión de capital que han recibido lo suyo sería que empezaran a pagar ya a las editoriales a pesar de no tener ellos ingresos. Pero eso no va a suceder, claro.
24symbols, una buena idea teórica
24Symbols funciona a nivel teórico, su modelo de negocio tiene lógica, si uno se para a pensar puede decir que la idea es buena… pero los problemas son tantos (conseguir un buen catálogo y una buena base de usuarios premium para mantener dichos catálogo) y los competidores tan fuertes (Google, Amazon y Apple) que lo más probable es que nunca llegue a despegar del todo.
Lo que se comenta en los pasillos del mundillos editorial es que la suerte de 24symbols clara: hacer mucho ruido (ya lo está consiguiendo con ese eslogan tan 2.0) para acabar siendo vendida por una millonada a una gran empresa (si Telefónica no tuviera ya Movistar eBooks sería la perfecta compradora) para acabar cerrando al cabo de un tiempo y todos tan felices. Y es que no se le puede pedir más a un trabajo de fin de máster de alguien ajeno al mundillo editorial: hacer dinero rápido.
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