Otros tiempos

A las cinco y cinco en la plaza, siempre un poco tarde. Allí estaban todos, las calles desiertas pero nosotros estábamos ahí cuando el sol aún picaba. No llegues tarde, decían nuestras madres cuando nos despedíamos de ellas oliendo a colonia de hombre que aún no nos correspondía.

Vamos ya. Una voz siempre por encima de la de los demás, organizándolo todo, planeando hasta el más mínimo detalle, sincronizando los relojes a las cinco y cinco de la tarde. El resto detrás, como en aquellas películas antiguas en las que los chicos iban a nadar al lago o a ocultarse entre los matorrales. Nosotros éramos los nietos de aquellos chicos, pero no íbamos al lago, íbamos directamente al supermercado.

Simago

En grupo hacia nuestro objetivo, no había dudas y casi no había miedo. A veces un cristal lo complicaba todo y alguien eh, esta vez te toca a ti tenía que aclararse la voz y buscar a una cajera. Pero la mayoría de las veces era mucho más sencillo, nadie se interponía en nuestro camino y cuando ya estábamos en la caja, dispuestos a pagar con muchas pequeñas monedas el mundo se detenía por un instante.

¿Me dejas el carné? La frase que unos chavales de 15 y de 16 años más temen en el mundo era tomada como un pequeño obstáculo, como un mediocre jefe final de un videojuego en 32 bits: lo único que había que hacer era descubrir su punto débil. Sí, aquí lo tienes. Nunca fue mejor llevarse bien con gente que repitió un par de cursos en primaria y aunque ni su conversación ni su compañía fueran agradables, eran ante todo útiles.

Y a las cinco y veinticinco saliendo por la puerta, con nuestro trofeo, pasando de fase, victoriosos. De nuevo una voz por encima de las demás Llegamos tarde. La dirección clara, la casa de alguien que se había quedado vacía ese fin de semana o un segundo piso recién arreglado y con el que deberíamos tener mucho más cuidado del que realmente teníamos.

Y la noche siempre empezaba a las seis de la tarde. La ropa nunca volvía a oler a nueva ni las bocas fueron tan inocentes como en ese momento. Eran otros tiempos, no creímos a los que nos dijeron que los aprovecháramos, que los íbamos a echar de menos.

Nota1: La fotografía original se llama Simago (I) y es de johannes_becher. Casualmente es de Palencia.
Nota2: Nunca soy de dedicar las entradas a la gente, pero no puedo evitar hacerlo en este caso a aquellas personas que me hacen recordar otros tiempos y únicamente puedo decir una cosa:
collige virgo rosas.

30. noviembre 2008 por José Luis Merino
Categorías: General, Mis escritos, Narrativa | Etiquetas: , , , , , , , , , | 7s comentarios

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