Madrid (III)
Tenías razón
Madrid es una ciudad de inviernoEs una ciudad de invierno
como otras lo son de verano o de otoñoMadrid -ahora- es una ciudad
abandonada por los pájaros y los peces;
los peces que han volado a otra tierra más cálida
los pájaros que, simplemente, han muerto
y ahora es diciembre, es febrero
que ha deshecho hasta helarlos
los huesos pequeños de mi camaAhora la nieve se escapa entre las articulaciones
y Madrid es más fría, más triste
en el hilo musical de los comercios vacíos(Iñaki Carrasco González, Pequeños holocaustos sin importancia, Amargord, 2013)
Parece que no soy el único que ha pensado, que ha dicho o que ha escrito eso de que Madrid es una ciudad de invierno, una ciudad para reponerse de los golpes y de las huidas, una ciudad en la que encontrar trincheras y brazos que nos salven de nosotros mismos cuando más lo necesitamos.
En Madrid, el frío y la lluvia curan las heridas y aclaran la mente. Estoy seguro que todos deberían vivir una temporada en la capital: quizá lo mejore es llegar a finales de verano -cuando la calma de las vacaciones aún no se ha extinguido del todo- y huir antes de que vuelva el calor y se despierte del ensueño que la gente, el frío y la lluvia le producen. Y es que Madrid -lo dice Iñaki, lo repito yo, lo piensan tantos otros- es una ciudad de invierno.
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