Algo que declarar, David González

Desde que me enteré de la salida de este poemario de no ficción del señor González, lo anoté en mi lista mental de cosas que leer. Pero el tiempo fue pasando y aún no había cumplido la tarea. Ahora sí (ya era hora).

Algo que declarar (Poesía de no ficción), David González, Bartleby Editores, Madrid, 2007.

Personalmente sigo a diario las actualizaciones de su blog personal ya que en la mayoría de las ocasiones descubro autores o eventos que desconocía, así que es uno de los que no faltan en mis feeds (y además, con su compulsiva publicación de entradas, siempre que entro hay algo nuevo que leer).

El poemario me ha gustado en líneas generales, en él podemos encontrar poemas que transmiten unas vivencias personales de las que muy pocos pueden hablar (en forma de poemas, al menos). Aunque lo cierto es que hay otros poemas que quizás yo no hubiera publicado, por no pasar de la mera anécdota y realmente no decir mucho a un lector ajeno al propio narrador/poeta. Pero si entendemos lo que dijo el propio David sobre este poemario en su blog hace algunos meses (entrada ya borrada, el motivo aquí) y que básicamente se resume en el subtítulo (y que, si no recuerdo mal, en un principio iba a ser el título del poemario) poesía de no ficción, es decir, todos los poemas cuentan cosas reales y tal vez por ello el material es más escaso o más difícil conectar con el lector.

De todas formas aquí os transcribo un par de poemas que a mí me han gustado especialmente:

las manos

me decían mis padres
antes de sentarme
a la mesa a comer

lávate bien
las manos

no alcanzaban
a comprender
que los niños
las tenemos siempre

limpias

(Manos, David González)

 

Otro interesantísimo poema, que deja entrever un antes y después en la vida del poeta gijonés:

ellas venían de grecia
y yo de monterroso
del centro penitenciario
de cumplir tres años

coincidimos en el tren
compartiendo asiento
con dos reclutas de permiso
que me hicieron recordar
que yo aún tenía pendiente
el servicio a la patria

ellos pusieron la priva
ellas dos el papeo
y yo las drogas: hachís
y tabletas de cafersona
estimulante a base de
cafeína y nitroglicerina

antes de bajarse en oviedo
me regalaron un cuchillo
de cortar pan de plata
que habían comprado
en una de las islas griegas
en corfú
si la memoria no me engaña

yo seguí para gijón
libré la mili
y algunos años después
en un crucero de lujo
atravesé el mar egeo
y visité grecia
y dos de sus islas: mykonos
y katakolon

del cuchillo no sé qué fue

desde aquel viaje en ferrocarril
no he vuelto a tener nada que ver
con cuchillos

y el pan
lo parto con la mano

(El cuchillo, David González)

Y por último el poema que da nombre al libro:

 

Levante los brazos.

Entonces registró mis bolsillos.

Encontró cigarrillos, lápices,
un librito, una china, un mechero,
un Pen Drive de 512 MB
y tres monedas de dos euros.

Me miró fríamente a los ojos
y me preguntó si tenía algo más.
Algo más que quisiera declarar.
Le dije que creía que un pañuelo.

¿Tiene algo en los zapatos?

Mis pies.

(Algo que declarar, David González)

[Poema “encontrado” entre las páginas de La habitación enorme de E. E. Cummings]

 

Actualizado a 08/02/2008: El propio David González comenta en su blog El amigo de lo adverso esta entrada. Gracias a ti David, por escribir 😉

05. febrero 2008 por José Luis Merino
Categorías: General, Libros, Poesía | Etiquetas: , , , , | 6s comentarios

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