El argentino de traje
Con el nuevo disco de Radiohead de fondo, 5 horas mal dormidas en el cuerpo, 3 horas de clase, mi primer ejercicio de creación literaria pendiente (yupi), una silla del Carrefour a medio montar (y sin un tornillo y una tuerca, ¿alguien sabe dónde están?), un puente a la vuelta de la cocina, demasiadas series acumuladas, fiestas y trabajos que se amontonan y el tiempo que se escapa entre los dedos de los pies como en aquel día de verano del que ya apenas queda su número en el calendario… así, así me siento por última vez en esta silla que me quita la vida (si finalmente consigo montar la nueva).
Ayer estuve en una situación «curiosa», conocí a una americana y a una japonesa y las tuve que explicar en spanglish qué era «meter fichas» (para aquellos que no sepan qué es, básicamente es igual que «tirar los trastos», «tirar los tejos», etc.), en fin… para que luego digan que en las noches frías y alcohólicos uno no aprende nada. Malditos políticos.
Ah (casi se me olvida), el señor Patoroco quiere hacer un Beers & Blogs en Valladolid en 15 días y como sabe que me gustan tantos los memes (/ironía off) pues me ha mandado ponerlo aquí. Los que estéis interesados y demás, pasaos por esta entrada de su blog (esperemos que la gente se anime). Y bueno, para que esto se mueva un poco, a ver si el señor Supiot comenta esto en su blog.
El argentino de traje habla con Dios y le pregunta que dónde está, que hace 20 minutos que le espera en la plaza para que le lleve a casa. Yo le sonrío y le digo que se lo tome con calma, porque estas cosas normalmente llevan su tiempo.
Él, visiblemente afectado, me cuenta que llevan un par de meses así y que ya no aguanta más. Cree que ÉL se ve con otros, con muchos otros…. Y que lo suyo es solamente algo temporal. Debe ser, me dice con voz ronca, que los del otro lado del charco le ponen cachondos, que no sabe si será el acento o la pinta de buenos tipos, pero que así son las cosas en estos tiempos que corren.
Yo le miro y le digo que seguro que ÉL viene, que algo grave habrá tenido que pasar para que no aparezca. El argentino apaga su segundo cigarro en 10 minutos y con poca voz me confiesa que él ya ha perdido la esperanza.
(El argentino de traje, José Luis Merino)
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