Colores (en francés, creo)
El reloj de mi ordenador marca las nueve y cinco minutos de un martes de sueño y teléfono. Aún es septiembre, sí, aún este mes que no acaba nunca [soy consciente de que esto se publicará casi un mes después, que ya será octubre cuando alguien lea estas palabras, así que no, aún no me he vuelto loco] y en mi mesa, sobre unos apuntes de literatura, descansa por fin Couleur.
Ha pasado mes y medio desde que lo encargué en la librería y hoy, aliviando esta tarde de sueño y teléfono, un sms me avisa que ya puedo ir a recogerlo (sí, parece que el mundo se moderniza y yo aún con estas pintas).
Así que aquí está, encima de esta mesa de madera que hace ya algunos años mi padre (con notoria habilidad y, cómo no, pensando en el dinero que se ahorraría) hizo a medida; iluminado por la pantalla del ordenador, del flexo siempre encendido y de la luz de la pecera; y rodeado con algo de post-rock (ahora no me preguntéis por ello, tiempo habrá para hablar de todo).
Nacho Escuín, Couleur, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007 (53 páginas, 20 poemas, 12€).
Tenía bastantes ganas de leerlo y, en una primera lectura, dos pequeñas “objeciones”:
-La encuadernación: Tanto la cubierta (muy bonita, por cierto) como las hojas son un tanto rugosas (no soy experto en estas cosas, así que imagino que haya una palabra técnica más precisa), pero a veces cuando las finas líneas rugosas coinciden con la tinta dificultan un poco la lectura.
-“Los ojos de Pilar”: Creo que hasta pasados la mitad de los poemas odiaba los ojos de Pilar. Pero poco a poco yo también he sucumbido a su mirada.
La verdad es que me esperaba algo más parecido a pop (Zaragoza, Aqua, 2006) (aunque ya había leído ‘Primero fue azul’), y supongo que por ello no me ha acabado de convencer (tanto como aquel). No obstante me gusta el conjunto, los colores no son nada unos sin otros y las relaciones y juegos que Ignacio Escuín Borao propone me han acabado seduciendo.
Y además (que casi se me olvida), el libro lleva algunas ilustraciones en blanco y negro acompañando a los textos (y que, si no me equivoco, son de Germán Úcar).
En fin… es barato, de un chico joven, cortito y es poesía. Así que no creo que tenga que decir mucho más, salvo mecanografiar un par de poemas para animaros un poco a leerlo (creo que violando eso del Copyright, ya que no he pedido permiso (ahora que lo pienso, esas cosas en el mundo de Internet no se piden…), espero que a Nacho no le importe demasiado):
PRIMERO FUE AZUL
todo Azul, en contra de lo que se cree,
la inmensidad, el océano, el cielo
los ojos de Eva
que hicieron a Adán perderse.
Si eres de los que aman el Azul
y lo lejano,
el hematoma azulado provocado por un golpe
en el rostro,
los ojos de Pilar
que como los de Eva te invitan a la perdición,
si eres de esos entenderás
que el Azul es inicio y fin de todas las cosas.
Para Brenda el número cuatro es Azul
al igual que la letra e
y tiene sueños de colores,
ella habla de colores con palabras
y las letras muestran entonces sus colores
como tú y yo hablamos de palabras con palabras.
Esto es indiscutible:
primero fue todo azul
la inmensidad, el cielo, el océano
los ojos de Pilar.
HABLEMOS AHORA DEL NEGRO
de la noche, de lo oscuro, de lo extraño,
del lugar que esconde la esencia
de los seres y su higiene.
Amaste el Negro y su presencia,
la caída del sol en su antesala,
los nerviosos animales nacidos únicamente por su
muerte,
el número cinco de Brenda y la letra u,
los ojos de Pilar,
la profundidad
y el fondo de un pozo que no tiene salida.
Unos tacones desproporcionados
sobre tu garganta
mientras sueñas o intentas hacerlo
con el fin de los años tristes,
las uñas de Mamen posadas en tu pecho,
los posos del café en una taza sin fin
o con todo aquello que continúa amontonado
en tu cabeza, vivo, demasiado vivo
como para darle fin, los ojos de un perro
vagabundo en una ciudad que antes
tuvo otros colores pero acabó rindiéndose
a los poderes del Negro
de la noche, de lo oscuro, de lo extraño.
P.D: Y me gustaría leer (ahora que me fijo en una de las solapas) Profundidades (Ayuntamiento de Teruel, 2005) o Ejercicios espirituales (Logroño, Ediciones 4 de Agosto, 2005). Pero vete tú a saber lo que me tardan en llegar.
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