En los dominios de Amazon

Esta semana recibía un artículo de Amazon con el cual finalmente no estaba muy contento y decidía devolverlo y Amazon me lo puso tan fácil que en dos clics ya había cambiado el artículo por otro de menor valor y en apenas 24 horas lo recibía en mi casa. ¿Y qué pasa con el artículo que quería devolver? Simplemente tengo que llamar a UPS, imprimir unas pegatinas y ellos se encargarán de todo. Fácil, demasiado fácil.

Aunque desde hace varios años soy cliente de Amazon no ha sido hasta este último año cuando he empezado a comprar bastantes cosas a través de su servicio. ¿El motivo? Bajos precios, estrictos plazos de entrega y que es una web «de confianza». Si en los años 90 comprar en El Corte Inglés era sinónimo de calidad, hoy en día comprar a través de Amazon (sobre todo cuando es Amazon quien envía los artículos y no otro vendedor) viene a ser lo mismo dentro del comercio electrónico.

En los dominos de Amazon

Cuento la anécdota sobre la devolución de un artículo esta misma semana y mi buena experiencia en general con el porta web porque una de las novedades literarias más interesantes de la temporada es En los dominios de Amazon. Relato de un infiltrado de Jean-Baptiste Malet y publicado en España por Trama editorial.
En las últimas semanas se ha hablado mucho en prensa sobre el relato de Malet y las duras condiciones a las que someten a sus trabajadores, ya que llama la atención que este tipo de prácticas sucedan en occidente y en una empresa tan conocida como la de Jeff Bezos y no en China y con Foxconn pero merece la pena leer todo lo que nos cuenta el periodista infiltrado:

En Amazon el trabajador tiene derecho a dos descansos de 20 minutos cada noche. En realidad, aunque los descansos sean de 20 minutos, la pausa es mucho menor. La responsable de contratación de Adecco nos lo había advertido. En cuanto suena el altavoz tenemos que abandonar nuestro puesto y reemprender una larga travesía en los hangares en dirección a los tornos de salida.
(…)
El tiempo real de descanso, y esto lo entiendo cuando estoy sentado de verdad, se limita a 5 o 6 minutos. Me ha faltado añadir que también hay que tener en cuenta el tiempo de marcha de la larga ida y vuelta.
(…)
La más llamativa de las injusticias en lo que se refiere al tiempo de trabajo tiene que ver con la distancia entre el lugar donde se encuentra la máquina de fichar y los tornos de entrada y salida. Seis veces al día este recorrido de dos minutos está a cargo del trabajador. ¿Por qué la máquina no está colocada a la entrada de la fábrica, tal y como lo demandan los sindicalistas? Es muy simple: como estos tiempos de recorrido se descuentan del tiempo libre del trabajador antes y después de que haya pasado por la máquina de fichar, o durante sus tiempos de descanso ya que ese tiempo no comienza en el torno de salida, Amazon no lo paga. Con los 12 minutos sustraídos cada día, multiplicados por mil trabajadores diarios, sólo en esta zona se alcanza la cifra de 12.000 minutos, es decir 200 horas de trabajo no pagado por día.

Pero no vayamos a creernos que estas prácticas se limitan a Amazon o a grandes multinacionales, por desgracia a día de hoy el trabajador vuelve a ser un mero peón sin rostro que puede ser sustituido por cualquier otro. Por desgracia los grandes avances conseguidos en favor del derecho del trabajador a lo largo del siglo XX están siendo borrados de la faz de la tierra en menos de una década en el siglo XXI.

-Es posible que, en el marco del trabajo, sea legal pedir que la productividad del trabajador esté en constante evolución? Cuando se reflexiona sobre esto parece absurdo.
-No, está en el límite de lo ilegal. Yo hago correctamente mi trabajo y ellos saben que no tienen por qué venir a fastidiarme de ese modo. Saben muy bien que es imposible aumentar constantemente la productividad. Y, sin embargo, siguen exigiéndolo. Si aceptas esta lógica, pueden explotarte hasta el máximo, hasta el final, hasta que revientas.

Trabajar más, ser más productivo, dar siempre más por la empresa y acabar viviendo por y para la empresa que te paga el alquiler y el colegio de tus hijos. Casi te están haciendo un favor, claro.

La fatiga física impacta sobre el humor, la sensibilidad y las emociones. Cualquier persona que haya pasado de verdad por esta experiencia sabe cómo aumenta considerablemente la tentación de los compartimientos regresivos. En la sala de descanso, por ejemplo, el exceso en el consumo de alimentos industriales exageradamente azucarados lo demuestra. Por otra parte, he recogido testimonios e temporeros sorprendidos por el deseo de los productos azucarados del distribuidor, más cuando ese tipo de alimentos los deja indiferentes fuera de su trabajo de noche. Es más, cuando vuestra vida se reduce a trabajar largas horas, dormir, alimentarse, lavarse, conducir vuestro coche y pagar vuestras facturas, los momentos de relax parece como si fueran los últimos aspectos agradables de vuestra condición.

Por desgracia esa sensación en la que uno solo vive por y para el trabajo la he experimentado y muchos de mis amigos y conocidos también. Recuerdo que en esos momentos lo único en lo que podía pensar era en estar un rato tumbado, en no abrir por más que lo deseara el correo del trabajo e intentar desconectar un par de horas antes de pensar en vestirme, salir de casa y pasar las siguientes 11 horas encerrado dando lo mejor de mí.

En los dominios de Amazon es un interesante punto de vista que nos abre los ojos a toda una realidad que permanece oculta cuando hacemos clic y compramos por Internet. Quizá más que nunca deberíamos exigir a las tiendas online donde compramos un respeto al trabajador y un compromiso igual de fuerte con él que el tiene con los compradores. Yo al menos a partir de hora me lo pensaré un poco más a la hora de elegir la tienda (virtual o no) en la que comprar.

20. octubre 2013 por José Luis Merino
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Comentarios (2)

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