Barra Americana

[reescato un texto perdido en las notas de mi iPad del 2 de noviembre de 2011, casi olvidado entre todo lo demás añadiendo las notas que tomé en la presentación del libro en La Central de Barcelona]

Valladolid-Barcelona. 57 minutos aproximadamente, según dice el comandante. Frío, cielo gris y llovizna en la ciudad del Pisuerga. Lo normal para esta época del año.

Termino Barra Americana en el trayecto que me devuelve a mi casa (y si Correos no lo ha perdido allí me espera el nuevo libro -autoeditado- de Mercedes Díaz Villarías, This is your home now; lo que no deja de tener un punto de ironía a estas alturas de la situación, casi un año viviendo aquí). Y todo ello patrocinado por Cantabria. Cantabria Infinita.

Mónica García. Vestido rojo, blusa blanca, pañuelo al cuelo blanco y rojo. Ya solo quedan azafatas decentes en los vuelos de Iberia -pienso mientras me sirve una Coca-Cola light y unos cacahuetes. Últimamente estoy viendo Pan Am, nueva serie norteamericana, y tengo nostalgia por unas azafatas que no conocí. Las mías (las tuyas, las de esta generación de vuelos low cost, de vuelos free taxes, de vuelos paneuropeos -en la Europa central, se entiende-) hablan habitualmente en inglés e intentan siempre que compres por estricto orden: algo de comer, algo de beber, un ticket de la lotería (no española), un cigarrillo electrónico, un perfume, un ticket de autobús. Y solo te permiten subir al avión si vuelves a enseñar tu billete en el umbral y ellas (siempre son ellas) hacen un garabato en él mientras sonríen a alguien que no eres tú.

¿Qué es Barra Americana? El último libro del señor Javier García Rodríguez publicado por DVD. En narrativa. ¿Una novela de campus? No. ¿Unas memorias? Tampoco. ¿Y qué es? Buena pregunta. Barra Americana son una serie de textos (la mayoría ya publicados) que se reordenan para dar sentido a una narración pseudoficcional (en narrativa todo es ficción, no lo olvidemos) de un profesor que va a dar clases a Iowa City y se encuentra de lleno con la sociedad americana y su relación con ella. La señorita Cristina Gutiérrez lo explica mucho mejor que yo en Mama Juana.

 

«Barra Americana se escribe en el momento en el que se reordena, no en el momento en el que se escribe», dijeron en la presentación de Barra Americana en Barcelona. Eso dice mucho de lo que es el libro del señor García. ¿Una novela? ¿Un…? Y qué más da lo que sea, está bien escrito, es interesante, a ratos divertido y además lo escribe un ex-profesor y ahora amigo. Qué más se le puede pedir.

Te gustan desde siempre las obras de ficción cuyos protagonistas son escritores. A estas alturas tú ya has leído gran cantidad de libros que hablan de escritores, de libros que hablan de escritores que se parecen al escritor que escribe el libro, de libros que hablan de escritores que escriben libros, o de escritores que no pueden escribir libros, o de escritores que escriben un libro que no es el libro que quieren escribir, o de escritores que ven cómo otro escritor escribe el libro que ellos mismos desean escribir, o de escritores que escriben el libro que alguien les encarga imitando el estilo de otro escritor, o de escritores con éxito pero sin prestigio crítico, o de escritores con prestigio crítico pero que no venden, o de escritores incapaces de escribir, o de escritores que viven para poder escribir, o de escritores infelices, o de escritores frustrados, o de escritores profesores, o de escritores que mueren antes de acabar una novela, o que matan por una novela, o que…
Has leído últimamente a Martín Amis (La información), a Paul Auster (A salto de mata, La noche del oráculo; bueno, y todo lo demás, porque Auster es Auster, ya se sabe), a Juan Bonilla (La compañía de los solitarios), a Michael Chabon (Chicos prodigiosos), a J. M. Coetzee (Juventud),  Salvador Gutiérrez Solís (La novela de un novelista malaleche), a Elizabeth Jolley (Foxybaby), a Chuck Kinder (Lunas de miel), a David Leavitt (Martin Bauman), a David Lodge (The Writing Game: A Comedy, Trapos sucios, Pensamientos secretos) a José Ángel Mañnas (Soy un escritor frustado), a Jay McInnerney (Modelo de conducta), a David Sedaris («Mi manuscrito», en Cíclopes), a Donald E. Westlake (El gancho).
Pero también sabes que «No se puede escribir solo por haber leído todos los libros».

(Barra Americana, Javier García Rodríguez, DVD Ediciones, pp. 131-132).

12. enero 2012 por José Luis Merino
Categorías: General, Libros, Literatura, Narrativa, Reflexiones | Etiquetas: , , , , , , , , , , , , | Deja un comentario

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