¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido o estaba deprimido por escuchar música pop?

Ya «hablé» de Alta fidelidad hace un tiempo, bueno, en realidad únicamente me limité a citar un par de escenas de esta fantástica película (que recomiendo muy mucho) pero hoy la he vuelto a ver y me apetecía escribir un poco sobre su aspecto narrativo.

La película empieza con un Rob Gordon hablando a una audiencia plural (nosotros, espectadores privilegiados de su vida) y reflexionando sobre la música pop. Pronto pasamos a ver una discusión de pareja y de nuevo Rob se dirige a nosotros y empieza a enumerar sus principales fracasos amorosos y lo hace desde el principio. Supongo que la mejor forma de explicar cómo hemos llegado hasta donde hemos llegado es explicarlo todo, paso a paso, contar los mejores y peores momentos de nuestra vida, las decisiones (acertadas o no) que tomamos para que así los demás (en este caso los espectadores) comprendan todos nuestros actos.

El autor anónimo de El Lazarillo de Tormes ya lo sabía y por ello en el prólogo / carta que escribe a vuesa merced lo comenta diciendo:

Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona…

Pues Rob Gordon hace lo mismo, nos cuenta la historia de sus cinco fracasos amorosos más sonados y entonces entendemos dónde encaja ese último y reciente fracaso en toda su vida. Sin conocer la historia «por completo» no nos llamaría tanto la atención, no entenderíamos esa frustración que sufre alguien que siente que siempre le dejan las mujeres (sea esto verdad o no).
La narración de Alta fidelidad es totalmente fragmentaria, está  llena de flashbacks y continuas intervenciones del protagonista dirigidas a nosotros, pero en realidad lo único que hace es reflexionar sobre su vida, hablar para sí hablándonos a nosotros y con ello vemos en la pantalla lo que él piensa.

Por supuesto que no es la primera vez que en una película se narra de forma autobiográfica los principales momentos de la vida de alguien para comprender dónde él ha estado (se me ocurre por ejemplo la reciente Slumdog Millionaire… y así, cientos), pero creo que es posible que esta sea la primera vez en la que unido a eso vemos al narrador-protagonista interrumpiendo la narración lineal de su vida. Es decir, por un lado tenemos la situación actual de Rob, por otro esos paréntesis al espectador y después los flashbacks que suelen ir unidos a esos paréntesis narrativos. Y esta interrupción no nos choca, no nos parece extraña puesto que a estas alturas ya estamos acostumbrados a que la linealidad en la narración se rompa constantemente (sobre todo debido a las series de televisión y de ahí al cine, literatura y videojuegos) y de hecho pocas veces soportamos una historia de principio a fin, sin cortes, sin saltos, sin pequeños trucos narrativos (como puede ser que se nos cuente la historia de que alguien cuenta una historia y así poder interrumpir «sin motivos» dicha narración… Conrad lo hace mucho, por ejemplo en El corazón de las tinieblas -aunque Coppola prefiere a un narrador-protagonista en la versión apocalíptica).

Quizá sea yo, pero cada vez que vuelvo a ver Alta fidelidad me enamoro más y más de ella  a pesar de que aún no me he leído el libro y eso que Raúl (de Narrador.es) me lo recomendó muy mucho en la anterior entrada en la que hablé de esta película. Está el primero en mi lista de libros de este verano que empieza en una semana. Ya escribiré sobre él.

27. junio 2009 por José Luis Merino
Categorías: General, Películas | Etiquetas: , , , , , , , , , | 5s comentarios

Comentarios (5)

Deja una respuesta

Los campos obligatorios están marcados con *


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.