Estaciones, Javier García Rodríguez

Sí, sé que probablemente hable tarde y mal del poemario Estaciones, pero las circunstancias hacen que las cosas sucedan cuando tengan que suceder.

Javier García Rodríguez, Estaciones, KRK Ediciones, 2007.

El señor García es profesor de la Universidad de Valladolid, crítico literario y ahora poeta (¿uno no es poeta hasta que publica un libro de poemas?), dirige (aunque seguramente él no estaría de acuerdo con ese verbo) el grupo literario El COLMO Colectivo y coordina las jornadas de poesía Versátil.es.

Estuve en la presentación del poemario de Javier el 27 de noviembre pero hasta hace dos días no he podido comprarme el libro (ya se sabe, malabarismos con la economía universitaria, despiste y exámenes… una mala combinación) y hasta ayer no he podido leerlo con tranquilidad (se escapó de mis manos durante un día, para después volver con un garabato en la primera página).

El libro comienza con un poema homónimo y tal vez el mejor de todos:

Son lugares de paso y mal iluminados.
Nos movemos por ellas con la prisa del casi,
la rapidez del nunca, la alacridad del menos.
A veces deambulamos y no nos damos cuenta
de que los pocos pasos entretienen la espera
parecen devolvernos el punto de partida:
una puerta que se abre y se cierra ante los ojos,
viajeros con maletas, horarios con rutinas
un viejo sucio y triste que lee un libro usado,
bancos donde se sientan los que esperan su turno
o ven pasar el tiempo los que han llegado tarde.
De transitar por ellas nadie regresa intacto.
Al final, malheridos, el hogar nos acoge
mascullado entre dientes: verano, primavera,
otoño, invierno. Ya lo dije, las estaciones
son lugares de paso y mal iluminados.

(Estaciones, Javier García Rodríguez)

Memoria me trae recuerdos que no he vivido, pero que no me son ajenos.

Por entonces,
el mundo se extendía
no más allá del muro
que cerraba la calle.
La tapia, le decíamos,
con el nombre cercano
que damos a lo nuestro.
La tiraron un día
para hacer nuevos pisos
de ascensor y garaje.
Detrás no había más mundo.
Y la ilusión prevista
por un lugar distinto
quedó en sombra y en polvo.
Así la vida toda:
ir derribando muros
que caen sobre la infancia.

(Memoria, Javier García Rodríguez)

Y por último el más inesperado-esperado de todos:

Cuando la policía encontró a X
abrazada al cuerpo ensangrentado
y casi inerte de su espeso Y,
a quien acababa de apuñalar,
y le preguntó que por qué
lo había hecho,
con total frialdad respondió X:
Son cosas nuestras.

(Oído en las noticias, Javier García Rodríguez)

21. febrero 2008 por José Luis Merino
Categorías: General, Libros, Literatura, Poesía | Etiquetas: , , , , , , | 6s comentarios

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