Entrevista a Pedro Cavadas

Casi por casualidad me he encontrado esta entrevista de Iñaki Gabilondo al doctor Pedro Cavadas del año 2011, doctor del cual no sabía absolutamente nada y me he quedado fascinado por su historia y algunas de las cosas que dice y cómo las dice. Transcribo a continuación algunas de las partes que me han parecido más interesantes, pero si tenéis 50 minutos os recomiendo que escuchéis la entrevista entera (aquí en audio-podcast).

 

-¿Y dónde reside el yo? El cerebro no se puede transplantar por el momento, ¿no? ¿Ahí estaría el yo? Yo puedo tener el brazo de otra persona, el hígado de otra persona, el corazón de otra persona, los riñones de otra persona. ¿Cuándo empiezo a dejar de ser el que era y soy otro? ¿Sería el cambio de cerebro el que modificaría mi yo? Supongo que me entiende la pregunta.
-Sí, sí, yo pienso que es el cerebro. Pues quien tenga la fortuna de creer en alguna cosa externa pues entonces puede pensar que hay otras cosas.
-El alma, por ejemplo.
-Pero para mí la evidencia es que tú eres una maquinaria biológica extremadamente compleja que entendemos muy poco, que es un cerebro. El cerebro es el resultado de unos 2000 millones de años de evolución, 2000 millones de años de ensayo-error, que da para mucho. Realmente es eso, todo lo demás es accesorio. El resto del cuerpo, todo el cuerpo, son periféricos, son periféricos para poder transportar y mantener vivo el cerebro. Tú eres tu cerebro. Tu aparato locomotor lo lleva de un sitio a otro. El aparato digestivo lo mantiene vivo. Casi todas las cosas, casi todo el resto del cuerpo es para llevar al cerebro en volandas. Tú eres tu cerebro. Y de hecho en el momento en que se daña el cerebro dejas de ser tú. Una persona puede tener cualquier tipo de enfermedad, estará mejor, peor… pero sigue siendo esa persona. Las enfermedades neurológicas son especialmente terribles porque dejas de ser la persona que eras, eres otra cosa.

(…)

-¿Y qué le pasó un día? ¿Se cae del camino como Paulo en…?
-Camino de Éfeso.
-Y dice se acabó y dejo los Porsches y todo esto. ¿Cómo fue eso, doctor?
-Pues eso fue… ocurrió así, ocurrió así. Ocurrió durante los dos primeros viajes a África, que como digo inicialmente los planteé mal, porque fue un poquito “vacaciones-aventura”, turismo aventura de occidental saciado: occidentalito rico saciado aburrido busca aventura. ¿Dónde? En África. ¿Combinado con qué? Con mi profesión, con cirugía. ¡Fenomenal! Ya lo tenemos. Error, error.
Vas allí y entonces te das cuenta de, bueno, de que la vida es otra cosa, de que la gente se preocupa de otras cosas: que el color de… que el 9-11… que si el turbo tiene 100 caballos más que el otro… que si… una serie de cosas absurdas, carísimas y que al final te mantienen en una especie de círculo vicioso de cierta insatisfacción. Porque cuando te compras un coche de 30 kilacos, en el minuto 1 que ya lo has arrancado estás pensando en el siguiente. ¿Por qué? Pues hombre, porque hay que estar mirando el siguiente. Y cuando te compras el siguiente ya estás mirando el siguiente. Y son otros 20 kilacos más. En esa proporción o en proporciones más pequeñas: se compra un iPhone, el 5 y ya está pensando en el 6. Es como una especie de ratón en una ratonera en Occidente, como lo empecé a ver. Dices qué caro resulta ser infeliz en Occidente. Pero carísimo. ¿Tienes casa? Quieres otra. ¿Tienes casa? Quieres casita. ¿Casita en la montaña? ¿No vas a no tener en la playa? ¿Unas vacaciones en nosequé? Ya estás pensando en las siguientes. Tienes una cosa y te tienes que ocupar de tal cantidad de cosas que al final no te están provocando una felicidad tremenda.

 

(…)

-Es un tema pendiente del ser humano, la vida, la muerte, no lo entendemos. No entendemos por qué tú dejas de existir y por qué narices tienes que dejar de existir cuando, si me dan a elegir, yo sigo viviendo. (…) Todo se acaba siempre un poquito antes de lo que te gustaría. A ningún niño se le acaban las vacaciones dos días antes. Ningún niño dice bueno, ¿qué fecha es ya que quiero volver al cole? ¿Cómo era aquello? A todas las casas les falta una habitación, a todos los barcos un metro, a todos los exámenes les falta un día de estudio y a todas las vacaciones les falta una semana. A todas las vidas les falta un año. Toda la gente se muere siempre un poquito antes de lo que le gustaría. Vives cuarenta, treinta, cincuenta, cien. Siempre te vas a morir a destiempo, es batalla perdida.

28. agosto 2014 por José Luis Merino
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