Cuento de Navidad

Viendo cómo está el centro de Madrid, las tiendas (de libros y no), los puestos de castañas, las bolsas repletas de regalos y cajas enormes con lazos de colores, las señoras de punta en blanco muy altivas, los hombres cansados y con el traje de los domingos sonriendo a medias y mirándolo todo con cara de me quiero ir a casa,  con mi cerveza, en mi sofá, viendo las luces de Navidad en la calle, los extranjeros que venden globos a los niños y que sus padres compran por más de lo que cuesta un bocadillo y una Coca-Cola…  A uno se le antoja que digan lo que digan los periódicos, los telediarios, las agencias estatales de empleo y complicados baremos matemáticos calculados por una consultora internacional la crisis se lleva por dentro, como la religión, como los malos tratos, como la sexualidad reprimida y uno hace todo lo posible por no pensar en ella, por no hablar de ella, por no vivir en ella para hacerla así desaparecer por un rato, en la calle, antes de volver al brick de leche marca Hacendado y al puchero de lentejas día sí día también. Disfruten del espejismo, pronto llegará enero y el cuento habrá terminado.

 

P.D: Tomé la fotografía que ilustra esta entrada hace unos días en la cola de la famosa administración de lotería Doña Manolita. La cola daba la vuelta a dos esquinas.

18. diciembre 2012 por José Luis Merino
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