Arde el sol sin tiempo, bulle la mano sucia

El futuro del libro no es el libro electrónico sino la interactividad extrema. El lector se convertirá no en un contemplador de la literatura, sino en literatura. El futuro sólo existirá como literatura. Todo es literatura. La industria del automóvil es literatura. El alcoholismo es literatura. El origen del universo es literatura. Los tiburones son literatura. Los extraterrestres son literatura. El estrés es literatura. El amor a nuestros padres es literatura. Viajar a la luna es literatura. Si es que la vida sólo puede existir como literatura, y de momento, para nuestra tristeza, la literatura está encerrada en los libros.

 

El futuro liberará a la literatura de los libros. Irá por la calle la literatura como una loca travestida. Podrás invitarla a unas copas. Ya no será un libro la literatura, sino un cuerpo excitante, muy peligroso.

(…)

El futuro será paranoico, promiscuo, reparador de las injusticias del pasado y provocativo. No leerás ya más Madame Bovary, serás Madame Bovary. Serás Madame Vilas. Serás, si te apetece, tan absurdo como Hamlet. Las dimensiones humanas se ensancharán. Ya no me apetece leer a Kafka: Quiero ser Kafka veinte minutos hoy. Esa será la nueva historia de la literatura: un pack tridimensional de placer, visión y sacrilegio. Serás Kafka en el preciso momento en que escribe el comienzo de El Castillo: “Había caído la noche cuando Vilas llegó”.

 

No leer a Borges, sino ser Borges un rato en su ataúd de madera suiza, adentro de su misteriosa tumba de Ginebra, llena de nauseabunda humedad. Cuando la tecnología, que también es literatura, reordene la actual materialidad de los libros no habrá ninguna crisis cultural, sino un resplandor nuevo. La democratización final de la literatura supondrá el acceso de todo ser humano a la genialidad y al vértigo de la creación, y también a las grandes mitologías de la especie. La finalidad de la literatura es constituir un antidepresivo de capacidad desconocida. También las revoluciones fueron literatura antidepresiva. La literatura va más allá de los libros y su soporte. La literatura es panteísmo real. Del cielo no cayó Maná, sino literatura. Mientras llega el tiempo del Amor Absoluto, me consuelo con mi MP3, con un verso de un Homero del siglo XX: “los ferrocarriles, los caballos, la tierra”.

 

(«Hoy firma Corcuera», Manuel Vilas, en Arde el sol sin tiempo (ed. Cristina Gutiérrez Valencia), Ediciones Universidad de Valladolid, Valladolid, 2014)

 

arde el sol sin tiempo
Últimamente estoy leyendo en el poco tiempo que me permiten los trayectos en metro Arde el sol sin tiempo, una recopilación de la obra periodística de Manuel Vilas editada cuidadosamente por mi amiga Cristina Gutiérrez Valencia y que estoy disfrutando mucho, tanto que este Vilas (del que yo sobre todo conocía su faceta como poeta y narrador) me logra sacar una sonrisa a las 7 de la mañana independientemente de lo lleno que vaya el vagón de turno.

En el prólogo Cristina escribe que «aunque temblar sea lo único que importa, no le tiembla el pulso a Vilas a la hora de escribir, más bien se nota en el rastro de lo escrito el impulso de lo resplandeciente, lo ígneo, la ardiente decisión del cazador solitario. Estos artículos, en su pequeñez y su fragmentariedad, pueden ser apenas una caja de fósforos. Pero si consiguen prender la mecha, ellos solos se bastarán para hacer arder las naves más allá del tiempo, para avivar la llama de amor Vilas» . En el metro, cada mañana, todo arde.

03. marzo 2015 por José Luis Merino
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