Kynodontas

[Aviso: posibles spoilers de Canino, El show de Truman y de El Bosque, leed bajo vuestra responsabilidad]

En las últimas semanas he visto varias películas recientes que trataban de una forma u otra el tema de la educación, por un lado la nominada An Education, por otro la última de Haneke Das weisse Band (La Cinta Blanca) y por último la griega Kynodontas (Canino).

Las tres películas son muy distintas, en la primera se nos narra la visión de la educación en el Londres de los años 60, con un padre únicamente busca «colocar» a su hija (y la mejor forma para eso es con estudios, así conseguirá a «un buen hombre»). En La cinta blanca se nos cuentan los acontecimientos de un pequeño pueblo del norte de Alemania justo antes de que estalle la Gran Guerra y de una forma un tanto velada vemos la educación que reciben algunos de esos niños (el nombre de la película viene de la cinta que el pastor pone en el brazo de sus hijos para recordarles que deben estar alejados del pecado) y que contrasta con la actuación de otros personajes. Y en Canino se nos narra la historia de una familia que vive encerrada en una lujosa casa de campo, cuyos hijos jamás han tenido contacto con el exterior y son sus padres quienes deciden educarlos según creen conveniente, infundiendo una competición entre los tres.

Canino

La historia de vivir encerrado porque lo que está fuera es algo «malo» ha aparecido en pantalla bastantes veces en los últimos 15 años. No puedo olvidarme de El Show de Truman, con un magnífico Jim Carrie viviendo en un mundo artificial que servía de plató de televisión para un reality show que duraba toda su vida. En un momento descubre la situación y decide escaparse y cuando está a punto de atravesar la puerta, el creador le dice eso de «Truman, ahí fuera no hay más verdad que la que hay en el mundo que he creado para ti. Las mismas mentiras, los mismos engaños… pero en mi mundo tú no tienes nada que temer».  En la película de El bosque, Shyamalan nos presenta un mundo fantástico en una remota aldea, hasta que descubrimos que más allá de ese bosque se encuentra… la realidad. Lo mismo sucede con Canino, en ella son los padres quienes deciden aislar a sus hijos, ¿sus motivaciones? No las sabemos. La particular educación, privada del contacto de otras personas (excepto de una chica que instruirá al muchacho en las artes amatorias), de la televisión, radio y música en su idioma desarrollará en los hijos la habilidad de la imaginación, además de no sentir vergüenza al estar desnudos y de la ingenuidad propia de los niños que aún no han descubierto las cosas.

He leído algunas críticas de la película y la ponen poco menos de «brutal», cuando en realidad la brutalidad es más psicológica que física. Ignoro si dicha película se basa en casos reales (ahora pienso en la alemana Das experiment, que nos cuenta los sucesos de la cárcel de Stánford), pero durante toda la película no he podido dejar de pensar en algunos experimentos de los años 60 y 70, donde la imaginación de los científicos parecía que no tenía límites. Está claro que el privar a otros de la realidad tal y como la conocemos, creyendo que una realidad edulcorada y manipulada será más beneficiosa es a todas luces un error. Nosotros somos los que debemos enfrentarnos al mundo, llorar cuando nos hagan daño y volver a levantarnos si nos caemos, es ese aprendizaje lo que nos hará fuertes y garantizará nuestra supervivencia en el mundo.

Canino se ha estrenado ayer en España y aunque no recomendaría su visionado a mis padres, estoy seguro que a más de uno le gustará su planteamiento.

15. mayo 2010 por José Luis Merino
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