Refugio

Refugio, la última obra de Miguel del Arco (Madrid, 1965) después de ¡Cómo está Madrid! se estrenó la semana pasada en el Teatro María Guerrero de Madrid y estará hasta el 11 de junio sobre el escenario. La obra es una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) y Carmen Arévalo, Israel Elejalde, María Morales, Raúl Prieto, Macarena Sanz, Beatriz Argüello y Hugo de la Vega componen el elenco de actores de esta potente producción.

La obra gira alrededor de la familia de Suso Santiesteban (Israel Elejalde), un político de carrera que está en un partido salpicado por la corrupción (no hay siglas, no hay nombres propios, no hay ideología: solo la corrupción que se perpetúa en el poder). Amaya (Beatriz Argüello) es su mujer, una exitosa cantante de ópera en horas bajas que ha decidido que con la voz que tiene ya no merece la pena seguir cantando y se da a las pastillas y al vino para mitigar el dolor de esta situación. Suso y Amaya tienen dos hijos: Lola (Macarena Sanz), una universitaria revolucionaria que está harta del sistema; y Mario (Hugo de la Vega) un adolescente lleno de rabia contra el mundo y que solo quiere estar solo y encerrarse en sus videojuegos. Con ellos vive ahora la abuela de Amaya, Alicia (Carmen Arévalo), que no deja de criticar y burlarse de su yerno por todo en lo que está envuelto.

A esta familia modelo llega un elemento extraño [el propio Miguel del Arco explica que en el origen de la obra está la misma idea que en Teorema de Pasolini] que en este caso es Farid (Raúl Prieto), un refugiado al que acoge la familia e imaginamos que únicamente porque es una buena campaña de marketing para Suso y, en definitiva, para el partido. Farid ha perdido a su mujer Sima (María Morales) en su viaje hasta Europa y lo único que busca quiere es el silencio.

Refugio

La obra pivota entre el ruido de la familia Santiesteban (discusiones, peleas, gritos, escándalos…) y el silencio y la mirada perdida de Farid. Farid no entiende una sola palabra de lo que sucede a su alrededor pero tampoco quiere entender. El gozo que debería de sentir Farid por tener un refugio como le dice en un momento dado Lola no es tal y justo será Farid el que se convierta en refugio de todos y cada uno de los miembros de la familia porque escucha, no juzga y no responde nada. Las palabras (o falta de ellas) son, sin duda, un elemento central en toda la obra: el político que no cree el discurso político que pronuncia, la cantante que ya no puede hablar, el adolescente que prefiere no hablar, la universitaria a la que se le llena la boca de palabras vacías… el lenguaje sufre la misma corrupción que el sistema político.

Del montaje de Miguel del Arco destacan la labor de Raúl Prieto (y María Morales) como contrapunto de un Israel Elejalde que está en uno de los mejores momentos de su carrera artística (Misántropo, Hamlet) y que hay que seguir bien de cerca en los próximos años. Y por supuesto la espectacular escenografía de Paco Azorín: un despliegue y alarde de técnica ejecutada a la perfección (gracias también a la particular banda sonora y de los efectos de iluminación) que convierte esa magnífica caja de cristal en un salón, en un refugio… pero también en cárcel… y se abre para mostrarnos el mundo interior de Farid que solo quiere escapar de allí.

Lejos de quedarse simplemente en una crítica al sistema político español (destacan especialmente esos primeros 15 minutos de «entrevista televisiva» con que empieza la función), Refugio es una potente obra sobre el uso del lenguaje, la comunicación humana y la vida moderna. Absurdos se nos antojan los problemas de los Santiesteban comparándolos con los de un Farid cabizbajo y en shockRefugio es una imprescindible obra de teatro para esta temporada y esperamos que con suerte pronto encuentre su lugar más allá de las puertas del María Guerrero.

06. mayo 2017 por José Luis Merino
Categorías: Crónicas, General, Teatro | Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , | Deja un comentario

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