Gordo Juan, tienes una voz de trueno
Decía Unai Velasco en el Informe geopoético de 2013 que 2013 ha sido el primer año después de DVD, lo que ha hecho que fuera un año poético extraño, con un «desplazamiento de los premios (el Ciudad de Burgos, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad…), migración de los autores, etcétera«. Unai deja fuera de sus análisis una de las tendencias más notables en los últimos años como es la de la autoedición: los autores deciden que ya no necesitan que ninguna editorial o premio respalde su creación y a través de sus propios medios o a través de los medios que los nuevos canales de distribución electrónica les ofrecen deciden autoeditarse.
La escena indie, que ya resulta especialmente importante en el mundo de los videojuegos, la música y empieza a serlo en la del cine está asomando tímidamente en el de la creación poética. ¿Para qué queremos que una editorial de un pueblo de Cuenca -por decir algo- nos edite nuestro poemario si nosotros mismo podemos imprimir copias en una imprenta y dejarlas en depósito en algunas librerías especializadas? ¿Para qué queremos tener un poemario en papel si podemos colgarlo en Amazon a través de la plataforma Amazon Kindle Publishing? La legitimación de autores noveles ya no se consigue a través de premios (antes casi el único canal para una mayor difusión) sino consiguiendo que una mayor cantidad de público te lea y comparta tu libro o tus poemas con el resto de su círculo de amigos, que decida agregarte a Facebook como amigo o dar un me gusta en tu Fanpage. A qué chica de 20 años le puede importar ganar el Ciudad de Burgos si ya tiene 4500 personas que leen todo lo que publica en su timeline. Y creo que es perfectamente normal. Puedo intuir un cambio en el paradigma de la publicación de poemarios, donde serán las editoriales las que busquen a los nuevos autores emergente a través de las redes sociales en función de cierta masa crítica de seguidores, en función de cierta relevancia y no al revés.
En este 2013 tan cambiante Luis Cauqui ha publicado uno de los poemarios más interesante de los últimos años bajo el título Gordo Juan, tienes una voz de trueno (autoeditado, 2013) que por desgracia ha pasado totalmente desapercibido quizá por el hecho de no estar respaldado por ningún premio, ninguna editorial y por no tener miles de seguidores en cualquier red social de moda. ¿Algo tan pequeño, tan artesanal, tan desconocido puede ser bueno? Sí, claro que puede serlo. Se puede conseguir un ejemplar en papel en la librería Popular de Albacete por 7€ y una copia digital a través de Amazon por 0,89€. En este poemario, dos mil años después, el apóstol Juan, autor del cuarto evangelio, recuerda, y nosotros con él.
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advertencia
dos mil años engordando
y en verdad os digo un hombre que engorda
tiene que comprar sillas cada vez más anchas
y cuando eso no basta
dejar que los pliegues sobrantes de su carne
los sacos de agua y azúcar
las arrugas los valles las enormes prominencias
rebosen más allá de la silla
que ha diseñado el carpintero
dios es el carpintero yo soy
el gordo juan el que rebosa
su carne humana más allá
6
a los pies de la cruz
curarnos de la decepción
la insoportable sorda decepción
de los que nos preceden
la mirada del padre de josé
que a su vez soportó la de elí
que tuvo que sostener la de matat
la de salomón la de david la de adán
la de dios mismo al fin
el padre callado que se consume impotente
mientras se aleja en silencio
y prende de su propio fuego
la llama que consumirá al hijo
y a los hijos de sus hijos
por los siglos de los siglos
el pecado original el río
de la decepción.
no hay plomo más denso hijitos
ni espejo más desgraciado de la imagen más pura.
os confesaré algo josé
no estaba muerto pero él dijo
en mi muerte
en el mismo instante de mi muerte
que sea mi madre la que apague este fuego
su mirada la que caiga sobre mí como la lluvia
que descanse para siempre de la exigencia
hice lo que tenía que hacer lo mejor que pude
y así está bien
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