La vida sin iPhone (2)
Hace dos años escribía sobre cómo era quedarse sin iPhone durante unos días y las sensaciones que tenía en su momento con las que he tenido estas últimas 36 horas que he estado sin móvil (ni Internet ni llamadas ni nada) han sido totalmente opuestas.
-El móvil es un vínculo con el mundo, es el cordón umbilical con el resto de personas ya sea para llamar, escribir un sms / whatsapp o consultar el correo electrónico. Cuando uno está en movilidad no tiene la oportunidad de hacerlo a través del ordenador y los cibercafés hace tiempo que murieron, ahora pocas son las cafeterías que disponen de un ordenador para sus clientes (la mayoría da wifi para los portátiles, tablets o smartphones de los clientes).
-Los teléfonos, las direcciones, los localizadores de los trenes… todo lo tenemos en nuestro móvil, en nuestra agenda, en nuestro correo electrónico. Si estamos sin teléfono tenemos que apuntar los móviles importantes en un papelito (en mi caso el de mis padres es el único que recuerdo con claridad, supongo que la mayoría de la gente tendrá mejor memoria), el localizador del tren y hasta los horarios de los diferentes medios de transportes… algo tan trivial como consultarlo en el teléfono se convierte en algo mucho más complicado cuando no existe esa posibilidad ya que una vez fuera de casa no se puede hacer.
-Saber la hora es algo difícil en estos tiempos. ¿Cuántos llevan reloj en su día a día? Yo desde luego no y si quitas el teléfono móvil de la ecuación te quedas tú solo mirando los relojes de la O.R.A., los luminosos de las farmacias y los postes que indican la temperatura en las ciudades… realmente es complicado saber la hora, saber si uno llega tarde (en mi caso la respuesta siempre es llego tarde). Este descubrimiento me hizo sentirme muy ridículo.
-Quedar con alguien es una odisea. Sé que muchos me diréis que antes nadie tenía móviles y todos quedábamos perfectamente… es verdad, pero ahora todo el mundo tiene móvil y si pasa algo a última hora un mensajito hace que dicha cita pueda ser anulada. Y si hablamos de quedar con alguien en otra ciudad, ¿cómo nos aseguramos de que esa persona va a llegar? ¿Y si llega tarde significa que no vendrá o que simplemente se retrasa? En mi caso me vi forzado a utilizar una cabina telefónica de una estación de trenes (sí, siguen existiendo y básicamente son las mismas que hace 10 años) para poder decirle a esa persona «estoy aquí, ¿vas a venir?». Realmente la sensación de meter monedas en la ranura mientras uno sostiene el auricular de plástico negro entre su cabeza y su hombro es algo que no pensaba que volvería a hacer en mucho, mucho tiempo…
-No comento aquí el hecho de no tener música (en mi caso no tengo iPod) o no poder dar Internet al ordenador para consultar cosas en el tren o similares, ya que no considero que sean usos de «primera necesidad» dichas actividades, pero también son pequeños caprichos tecnológicos a los que uno está acostumbrado y que desaparecen cuando no tiene móvil. Es raro volver a escuchar el ruido de la ciudad sin pasar por los auriculares…
La vida sin móvil es complicada, en estas 36 horas me he sentido desnudo cuando miraba un móvil que no servía para ninguna de sus funciones y maldiciendo una y otra vez el no tenerlo para llamar, saber dónde estoy, comprobar la hora, mirar el dinero que tengo en mi cuenta bancaria, saber cuándo sale el próximo tren, leer twitter para ver cómo va la huelga de metro y autobús en Madrid… La próxima vez creo que siempre tendré un móvil de repuesto en casa, aunque sea solo para llamar y poder decir no he perdido el tren.
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