Valladolid-Palencia

Dos días en el tranquilo rincón de Castilla, la muy vieja. Extraño aparece todo ante los ojos, después de trece meses de timbres y campanas, claxons y demás ruidos de urbe grande, con grandes edificios y árido movimiento de las gentes. Aquí paz, tranquilidad, comadreo, frío… La familia, toda bien; mi sobrina, encantada de verme. Siento, no obstante, la leve nostalgia de Madrid. Atrae aquel antro populoso de corrupción y aburrimiento por hipertrofia. Tal vez no sea sino la nostalgia de todo lo que pasa, de todo lo que dejamos atrás.

(Gabino-Alejandro Carriedo)

Llevo desde finales de julio en Palencia, hice la mudanza en un largo domingo y vacié cinco años de mi vida en una furgoneta para cerrar la puerta y no volver a abrirla. En octubre de 2004 me incorporé al curso de primero de Filología Hispánica en la Universidad de Valladolid. Por aquel entonces yo iba y venía todos los días en el autobús universitario e incluso había días que hasta podía coger 4 autobuses, a 50 minutos por trayecto. Pero desde octubre de 2005 mi hogar ya no sería Palencia, sino los Apartamentos «Cardenal Mendoza» en Valladolid. Los dos primeros años volvía en verano a casa, pequeñas mudanzas, cambios de compañeros de piso (he tenido hasta siete compañeros en apenas cinco años), pero los últimos dos nadie me había movido de ahí durante todo el curso. Recuerdo el largo verano de 2008, el silencio en los pasillos por las noches.

Y ahora aquí de nuevo, cinco años después vuelvo a Palencia. Ya no tengo «mi pisito» en Valladolid, ahora tengo que mendigar comida y cama cuando voy a la gran ciudad castellana. ¿Y la vida en Palencia? Pues todo sigue igual, aquí no cambian demasiado las cosas. Gabino-Alejandro Carriedo lo explicaba bastante bien en el texto que he mecanografiado al comienzo de esta entrada: en Palencia todo sigue exactamente igual que cuando nos marchamos. Es una ciudad que no cambia, que se mantiene quieta a la espera de que regresemos y abracemos sus calles, sus gentes, su frío.

Echo de menos muchas cosas de la experiencia universitaria en Valladolid, creo que haría las cosas muy distintas ahora si tuviera la oportunidad. Como todos. Pero volver a casa es la única forma de darme cuenta de que todo ha terminado ya y de que tengo que seguir adelante. El primer viaje se ha completado, de Palencia a Valladolid y de regreso a Palencia. De  vuelta a casa para dejar todo aquello que no me sirve en mi camino y así volver a hacer las maletas para marchar otra vez.

16. agosto 2010 por José Luis Merino
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Comentarios (2)

  1. Pingback: Desde este otro lado » Palencia-Barcelona

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