La Central de Callao
Mañana es el cumpleaños del señor Javier García Rodríguez, también es el cuarto aniversario de la muerte de David Foster Wallace pero, sobre todo, mañana se inaugura La Central de Callao en Madrid (C/ Postigo de San Martín, 8) después de semanas de duro trabajo de montaje (y años de preparar el proyecto).
La primera vez que pisé una La Central fue la de la calle Mallorca en Barcelona, en ese momento había quedado con el poeta Jaume Subirana para hablar de mi proyecto de fin de Máster por recomendación de Javier Aparicio Maydeu y él me propuso tomar un café ahí para charlar tranquilamente. Y me fascinó el lugar. Quienes conozcan esa librería saben que tiene algo especial que no se puede definir muy bien: el edificio es precioso, la selección y disposición de títulos es muy acertada… pero hay intangible que hizo que desde ese momento no volviera a pisar ninguna otra librería (a excepción de Pequod Llibres). En mi «etapa barcelonesa» he tenido muchas visitas y a todas aquellas que se quedaban más de 24 horas siempre las he llevado a La Central de la calle Mallorca (a la del Raval únicamente a las interesadas en poesía, ya que su selección es mayor).
Vi por primera vez a Antonio Ramírez en su clase del Máster en Edición de la Pompeu Fabra y allí nos contó su visión de las cosas como librero del siglo XXI y en esa tarde supimos que iban a abrir una gran La Central en pleno centro de Madrid (creo que justo en aquel momento acababan de encontrar el edificio, aunque aún era un secreto su ubicación exacta). Y, sinceramente, en aquel entonces no podía sospechar que año y medio después acabaría ahí.
Cuando decidí irme de Barcelona tenía claro que quería alejarme un tiempo del mundo editorial y en mi cabeza rondaban varias opciones (casi todas vinculadas al mundo del libro) y casualmente el anterior verano conocí en el curso de creación de ebooks que impartía Jaume Balmes a alguien que trabajaba en La Central y por curiosidad le pregunté que cómo iba la cosa para Madrid ya que me apetecía alejarme de Cataluña y pasar un tiempo en Madrid (A. y otra gente no paraban de hablar bondades de la ciudad y C. llevaba año y medio viviendo allí y los 50 minutos en AVE hasta Valladolid se agradecen en lugar de las 7 horas y media de tren-hotel hasta Palencia). Y un día me llamaron para hacer una entrevista por Skype. Unas semanas después me volvieron a llamar para tener una entrevista con Antonio en la que tuve que explicar mi vida de viva voz porque no encontraban mi currículo. Y un mes después otra entrevista. Y el 30 de julio, un día antes de mi cumpleaños, empecé a trabajar en La Central del Reina Sofía.
Cuando me dijeron que una de las dos personas que serían mis jefes iba a ser el asturiano Martín López-Vega yo estaba en casa de C. y había robado Adulto Extranjero de su biblioteca y lo tenía entre mis manos en ese momento. Creo que fue una de las pocas veces en mi vida que he sentido que el destino te está mandando señales y te dice que es el camino correcto. Y así me he sentido con este cambio vital y por ello he hecho este pequeño recorrido de mis últimos dos años e intentar explicar cómo me siento, ya que de alguna forma todo se ha ido entretejiendo y todo convergía en el día de mañana, en la inauguración de La Central de Callao.
Podría contar infinidad de detalles y tonterías de estas tres últimas semanas de mi vida en las que ha durado el montaje de la librería, contar por ejemplo aquel primer viernes en el que a media mañana no había más trabajo y en lugar de irnos a casa un grupo de libreros casi desconocidos nos fuimos a arreglar el mundo y a hablar de Mourinho, de CT o la cultura de la transición, de Coldplay y de si es mejor morir en la cima del éxito (artístico) o continuar. También podría hablar de lo que es cargar cajas y cajas a mano cuando el ascensor no funciona, del «mono» que uno siente cuando no llega un palé con libros y realmente le apetece cargarse la espalda con las cajas más pesadas y más duras. Podría hablar también, creo, de cómo cientos y cientos de títulos pasan por tus manos hasta convertirlas en tinta y tener que ir compulsivamente al baño para no mancharlos. Podría contar aquí, en confianza, la mañana en la que alguien dijo en voz alta que deberíamos elegir el primer título que colocábamos en la estantería y que creía que el indicado sería Desembalo mi biblioteca de Walter Benjamin y ese fue. Podría contar tantas y tantas cosas que parece que he pasado media vida en ese edifico del cual ya conozco todos sus rincones, secciones, títulos, por el cual podría moverme en la oscuridad -lo he hecho ya- y acertar a saber dónde está el Diario Filosófico de Arendt o la última novela de Murakami.
Mañana, 12 de septiembre, se inaugura en Madrid la que será la librería de referencia de la ciudad y con el personal más especializado que cualquier librería ha soñado jamás. Con un catálogo de decenas de miles de títulos perfectamente seleccionados (el fondo de filosofía, historia o literatura en inglés es simplemente maravilloso), con un edificio del siglo XIX que es una gozada, con zona de lectura, sección de objetos, bar restaurante donde pasar la tarde y bar de copas, el garito, donde terminar las noches y con el impresionante ciprés en el medio que pronto será más que un símbolo. Mañana, 12 de septiembre abre La Central de Callao y esa y no otra será la noticia del día de todos los medios. Espero veros por aquí.
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